Efraín Rojas Mata: ¡Sorpréndete! El e-Go para los amantes de volar


El e-Go está hechos de fibra de carbono y es un avión monoplaza muy ligero, un verdadero avance del diseño y de la innovación, de opción muy asequible para aquellos que les gusta volar y aman y sueñan con la libertad de poder volar.

El E-Go, explica Efraín Rojas Mata, compite por el título del avión más pequeño contra el Colomban Cri-Cri, un pequeñísimo bimotor que posee el bdenominado de Bumble Bee II, diseñado y construido a finales de los años ochenta.

Cuenta con una cabina de excepcional visibilidad para el piloto que le permite disfrutar la emoción de volar.  El E-Go alcanza una velocidad de 65mph/hora a un precio módico de 20 euros por hora de vuelo, ostentando un precio de compra de 50.000 libras en el Reino Unido.

Imagen de New Atlas. El e-Go compite por ser el avión más pequeño del mundo. Efraín Rojas Mata

Este avión tiene una característica muy atractiva: el bajo coste de mantenimiento, siendo volado con una licencia de piloto de ultraligeros y seguro a terceros.

Lo más atractivo del e-Go es su campo de visión y un fuselaje muy compacto que lo tornan muy atractivo y liviano.

No necesita hangar porque sus alas se pliegan muy fácilmente y se puede transportar en un carro con remolque y solo utiliza gasolina sin plomo que se puede adquirir en cualquier gasolinera.

Imagen de Airplane-Pictures. Sus alas son plegables y puede transportarse fácilmente. Efraín Rojas Mata

Su gran desventaja, indica Efraín Rojas Mata, es que no puede ser pilotado por alguien con un peso de más de 100 kilos ni puede medir más de 1,93cm.

El e-Go logra ser el equilibrio entre el ultraligero y la avioneta, es una realización del creador de diseños Giotto Castelli. No necesita de hangar porque sus alas se pliegan, se mantiene con bajo costo, muy atractivo y liviano.

Un avión con numerosas características modernas, orgullo de la aviación del Reino Unido relativamente a los aviones muy ligeros, que augura el renacimiento de la industria aeronáutica británica.

Por Efraín Rojas Mata